12 ene 2016

La muerte de mi madre y el dolor de la depresión

Me gustaría poner ciertas cosas en perspectiva respecto al sufrimiento, la depresión y la muerte.



Tengo diagnosticado un Transtorno Bipolar de tipo II desde los 20 años (ahora tengo 36). Es una manera moderna y suave de llamar al Transtorno (o Psicosis) Maniaco-Depresivo de toda la vida. En resumen, mi enfermedad consiste en que, si no tomo la medicación adecuada, sufro episodios de dos tipos (o temporadas, como lo entendáis mejor) que se van alternando:



-Por un lado los de Hipomanía, que consiste en estar algo acelerado, lleno de energía, vitalidad, ganas, con la creatividad a tope, y dispuesto a embarcarme en todo tipo de proyectos que, mientras dura esa fase, soy capaz de sacar adelante. Pero es algo fácilmente confundible con la alegría, y todo el mundo se alegra de verme así cuando estoy así, y yo mismo me alegro de verme así. Y es muy difícil detectar la anomalía, porque es contraintuitivo pensar que alguien que está tan activo y feliz está realmente enfermo. Y lo peor es que cuanto más eufórico llego a estar, más pronunciada es la caída. Y me caigo a...

-La depresión. Concretamente a la Depresión Mayor. Esta consiste (resumiéndolo mucho) en un estado permanente de falta de ganas de hacer cualquier cosa. Lo único que quieres es desaparecer, dejar de existir, y cuando este tipo de depresión se agudiza, puede conducir a la muerte por suicidio.

 Algunas personas sufren depresiones a raíz de acontecimientos vitales traumáticos. Son las conocidas como depresiones reactivas. Sufrir UNA sola de estas depresiones lleva a mucha gente al suicidio. Otras personas que entran en este tipo de depresión ya no vuelven a salir en toda su vida.
 En el caso del transtorno bipolar, al tratarse de estados que se alternan, una persona puede pasar por varias depresiones mayores. Es mi caso. Desde los 20 años hasta que empezaron a medicarme con litio (hace poco más de un año), he tenido 7 episodios de depresión mayor.

 Hace poco más de un mes murió mi madre. Fue un mazazo terrible para todos. Mi madre era la persona más paciente y conciliadora que he conocido. Pese a haber sufrido una lesión medular que la dejó prácticamente paralítica, le gustaba mucho vivir, y no se resigno a ser una inválida. De hecho, hasta pocas semanas antes de su muerte se siguió encargando de muchas de las labores de la casa, además de ejercer de amorosa madre y abuela. Todo esto en la enorme casa de campo en la que he estado viviendo con mis padres desde que tuve que dejar mi último piso de alquiler, en Agosto de 2015.
 La ausencia de mi madre es muy dolorosa. Saber que ya nunca volverá lo hace especialmente horrible. Es un tipo de sufrimiento que está allí, muy presente, todos los días. Para mí, que estoy soltero hace 7 años, no tengo hijos y estaba viviendo con mis padres, es un golpe muy duro. Tenía una relación excelente con ella, y era, junto a mi padre, uno de los pilares de mi vida. Es difícil de explicar como me siento. Y sin embargo...

 El dolor, el sufrimiento y la desesperación que he vivido en mis depresiones es mucho peor. Repito: MUCHO PEOR. Lo de mi madre es irreversible, y en la depresión todo el mundo intenta hacerte ver que eso es algo transitorio, pero es muy dificil de explicar lo que significa despertarse cada día y que el primer pensamiento que te viene a la cabeza sea "¡No, no, no, noooo!", porque tienes que vivir un día más. Es difícil de aceptar para los demás que retrases más y más la hora de dormir porque sabes que lo siguiente que toca es despertar. Da igual cuántas veces diga que en la depresión deseas morir desesperadamente porque lo que estás viviendo es la muerte en vida. Quienes no han vivido una depresión, o han tenido a un ser querido cercano con depresión no tienen ni idea de lo que supone. Incluso quien la ha sufrido, si consigue salir, tiende a olvidar el horror vivido (cosas de la memoria selectiva). Hasta yo, que he sufrido varias, he "olvidado" lo que era al pasar al estado eufórico. Es como alguien que se emborracha tanto que al día siguiente no recuerda lo que hizo (y quien diga "yo por mucho que beba siempre me acuerdo de todo" es que no ha cogido una borrachera lo suficientemente fuerte).



 Así que, la próxima vez que tengáis un mal día, no digáis "estoy deprimido". La próxima vez que estéis ligeramente tristes, no digáis "estoy depre". Y cuando alguien esté deprimido de verdad (con diagnóstico y todo), no le digáis "eso nos pasa a todos", ni "¡venga, anímate!", ni "hay que tirar para adelante" o "échale huevos", o cualquiera de esos lugares comunes. Porque no tenéis NI IDEA. No conocéis el HORROR de pasar todas las horas en las que estás despierto planificando tu suicidio, valorando obsesivamente una y otra vez si es mejor tirarte de un puente y arriesgarte a sobrevivir pero quedar tetrapléjico, o atiborrarte a pastillas y despertar en un hospital, en el que te pueden dejar ingresado por loco y por ser un paciente de riesgo, o enfrentarte al dolor de cortarte las venas o la yugular, o tirarte a un lago con un peso atado a la pierna para ahogarte, o lanzarte con el coche por un acantilado o chocar a 120Km/h contra un muro sin cinturón de seguridad. Y a la vez padecer el INDESCRIPTIBLE SUFRIMIENTO de sentirte el ser más despreciable y egoísta del mundo, un fracasado, un estorbo para tu familia y para ti mismo, y no ser capaz de determinar si vas a causar más sufrimiento siendo un lastre para tus seres queridos o quitándote de en medio. ESFORZARTE en dormir más y más cada día para evitar estar despierto. Refugiarte en el atontamiento de la televisión durante todas las horas que puedes, etc, etc, etc. Y luego acudir a todo tipo de curas, buscar ayuda en libros que te dicen que te alejes de las personas "tóxicas" y darte cuenta de que tú eres el tóxico, y por tanto le harías un favor al mundo si desaparecieras.
 Me considero una persona débil, frágil y cobarde, especialmente durante las depresiones. Pero a veces también me da por pensar que muchos de los que me han dicho "eso a mí también me pasa", si hubieran sufrido una fracción de lo que yo he pasado, estarían en un manicomio en posición fetal. Quién sabe...



 Supongo que cada depresión es un mundo, porque cada persona que la sufre es un mundo, y a los padecimientos comunes de la depresión se unen los fantasmas de cada uno. En mi caso, diría que cada depresión fue peor que la anterior. En la última, por ejemplo, además de depresión sufrí brotes de paranoia y una cierta psicosis. Además de que "SABÍA" que venían a por mí, que me iban a detener y por mi culpa mi familia se iba a arruinar, "ME DI CUENTA" de que el demonio estaba jugando conmigo, se estaba riendo de mí, y que me había convertido en un títere suyo. Mi padre me llevaba a andar por el monte para reconectarme con mi cuerpo y con la realidad, y yo pasaba verdaderos calvarios porque temía tener un arrebato y tirarme ladera abajo. Cuando conducía tenía que agarrar el volante con fuerza cada vez que me cruzaba con otro coche, porque “algo” en mi interior me impulsaba a dar un volantazo y chocarnos. Y a su vez eso me hacía sentir vil y miserable, y un peligro para mí mismo, mi familia y la sociedad. Pero las alucinaciones demoniacas me habían hecho temer que si me suicidaba me esperaba la condenación eterna. Y a la vez seguir viviendo suponía una condenación. Así que no tenía escapatoria, y mi única perspectiva era sufrir, y sufrir y sufrir más todavía.

De todo esto me han quedado no pocas secuelas. Por ejemplo, mi autoestima no es que sea baja, es que desapareció hace tiempo. Habrá que confiar en la medicina, que sabe algo, pero poco. Acabas siendo un conejillo de indias. Yo ya he probado unas cuantas: Adofen, Seroxat, Depamide, Cincofarm, Norebox con Seropran, Dobupal, Trileptal, Valium, y últimamente estoy con Plenur (Carbonato de Litio), lamotrigina y tranxilium. Ahí es nada.

Ahora ya sabéis un poco más sobre mis depresiones, y sobre el transtorno bipolar de tipo II. Otro día que esté con ganas os contaré más cosas. Aquí cada cual lleva su cruz. Hay enfermedades y situaciones horribles, y personas que sufren lo indecible. Pero salen adelante porque tienen ganas de vivir.



Eso es precisamente lo que te roba la depresión.